Parece que Mariano Rajoy no tiene intención de seguir el consejo de Kofi Annan y Tony Blair de negociar con ETA sobre desarme, presos y demás consecuencias del conflicto. Lo ha dicho claramente en su programa electoral: “No negociaremos con terroristas ni por la presión de la violencia ni por el anuncio de su cese”.
Adolfo Suárez, cuando era presidente del Gobierno, siempre negó haber conversado o negociado con ETA. Pero, mientras, sus servicios secretos contactaban con las direcciones de las dos ETAs de entonces, su ministro del Interior Martin Villa intentaba sin éxito reunirse personalmente con Txomin Iturbe, y al final del mandato de Suarez, el también ministro del Interior Juan José Rosón, iniciaba las negociaciones que llevaron a la disolución de ETA político-militar.
Manuel Fraga, como líder de Alianza Popular, también se opuso a toda negociación hasta que, ya como presidente del recién creado Partido Popular, apoyó sin reservas la gestión del gobierno de Felipe González en las conversaciones de Argel.
A Fraga le sustituyó José María Aznar. Fue y es uno de los mayores detractores del diálogo con ETA, pero acabó sentándose con representantes de la organización armada, y hablando de la conveniencia de actuar con generosidad en caso de que ETA decidiese dejar las armas.
Pero eran otros tiempos. Ahora es diferente, porque Rajoy lo ha prometido en su programa electoral y, como todos sabemos, los programas electorales están para cumplirlos.
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