Aquí en los
Estados Unidos también dicen que no hay que mezclar política y deporte. Por
eso, no hay acontecimiento deportivo, sea del nivel que sea, que no vaya
precedido por la interpretación del himno nacional y la izada de la bandera de
barras y estrellas. A nadie se le ocurre pitar al himno o despreciar la
bandera. Sea un partido de instituto o una competición de barrio, la gente observa
con respeto, y también emoción, el despliegue de los símbolos nacionales.
Supongo que
Esperanza Aguirre se encontraría a gusto en este ambiente. Es cierto, como dice
la presidenta de Madrid, que en Norteamerica sería impensable una pitada masiva
al himno. Pero no es, desde luego, porque amenacen con suspender partidos. De
hecho, quemar públicamente la bandera nacional estadounidense no es delito,
porque el tribunal supremo considero en una sentencia de 1989 que es un acto de
protesta amparado por la libertad de expresión. Pitar a lo que sea, también.