jueves, 29 de diciembre de 2011

Un brindis

Una compañera de la Universidad de Reno, de origen ucraniano, hace poco me contó con orgullo que había sido marine en el ejército de los Estados Unidos. Era, me explicó, el único modo de costearse la carrera universitaria. Se sorprendió de que yo no hubiese sido nunca soldado y, sobre todo, de que estuviese orgulloso por ello. Estoy en un país en el que muy pocos cuestionan el militarismo. El servicio militar no es obligatorio, pero muchos optan por alistarse. Las cifras impresionan: en un país de trescientos millones de habitantes, más de un millón y medio ha participado o en la guerra de Irak o en la de Afganistán. Es decir, uno de cada doscientos habitantes.

Prefiero nuestras estadísticas. Olentzero, Papá Noel y los Reyes Magos brindaron ayer, en frente del Gobierno Militar de Bilbao, por el décimo aniversario de la abolición del servicio militar obligatorio. Una abolición que no fue, precisamente, un regalo de Reyes, sino la consecuencia de la lucha de un movimiento de desobediencia que sufrió mucha incomprensión en sus inicios, y mucha represión y cárcel en su apogeo. Por cierto, incluso después de la abolición de la mili, insumisos y desertores seguían cumpliendo penas de cárcel, y más de 4.000 procesados seguían a la espera de juicio. Era una situación insostenible que se corrigió en pocos años con la reforma de varias leyes y con la amnistía a todos los procesados. Una buena referencia. Me sumo al brindis.

viernes, 23 de diciembre de 2011

Supervivencia nuclear

La noticia sobre la muerte del líder norcoreano Kim Jong Il pilló a varias televisiones norteamericanas retrasmitiendo en directo la salida de las tropas estadounidenses de Irak. El reportero de la cadena Fox, que estaba entrevistando en ese momento a oficiales del ejército a pie de tanque en la frontera entre Irak y Kuwait, improvisó un nuevo guión con preguntas sobre Corea del Norte. Era una escena un tanto extraña: un militar norteamericano dando su opinión sobre las consecuencias de la muerte del líder norcoreano desde los paisajes desérticos del golfo pérsico. Las preguntas fueron varias, pero todas giraban en torno a la misma cuestión: la capacidad nuclear de Corea del Norte. No es solo la cadena Fox. En casi todas las noticias, reportajes y entrevistas sobre la muerte del líder coreano en los medios estadounidenses, la referencia al tema nuclear es casi obligada. En los Estados Unidos, que posee más de 8.000 cabezas nucleares, preocupa, y mucho, que Corea del Norte tenga capacidad para fabricar entre seis y ocho unidades.

Libia, con Gaddafi al frente, también desarrolló un programa nuclear que no llegó a culminar. Mientras Kim Jong Il ganaba la partida a Bush en su particular batalla, Gaddafi optó por negociar y desmantelar su programa nuclear. Visto lo visto, no nos extrañemos de que Ahmadinejad no renuncie a lo que Gaddafi, a diferencia de Kim Jong Il, sí renunció.

jueves, 15 de diciembre de 2011

Unos más iguales que otros

Había escrito e incluso grabado la primera versión de esta columna pensando inocentemente que Amaiur tendría al final grupo parlamentario. Pero estos españoles no dejan de sorprendernos. Volvemos a grabar.

Los argumentos no parecían muy convincentes. Aunque Alfonso Alonso, la voz oficial del nuevo PP, haya sido algo ocurrente al argumentar que Amaiur no podía formar grupo, precisamente, por imperativo legal. Recuerdo de Alonso otra frase que, hace una década, también fue titular en varios medios. Tras declarar como testigo en el Tribunal Supremo en la vista oral sobre la ilegalización de Batasuna, dijo que hasta los niños de teta sabían que Batasuna era ETA. Esta vez, podríamos decir que hasta los niños de teta a los que se refirió Alonso saben que a Amaiur le corresponde formar grupo propio.

Otro destacado dirigente del PP, Esteban Gonzalez Pons, argumento que hay que aplicar el principio de igualdad tratando de forma desigual a quienes son desiguales: es decir, grupo propio para UPyD, y sándwich mixto para Amaiur. Napoleón, no el emperador, sino el cerdo déspota de la novela Rebelión en la Granja, no lo habría explicado mejor. Todos los animales son iguales, pero algunos son más iguales que otros, proclamaba uno de las leyes de la peculiar granja. Acaban de trasladar el lema de la novela de Orwell a la granja… perdón, al templo de la democracia española: todos los diputados son iguales, pero algunos más iguales que otros.

jueves, 8 de diciembre de 2011

Literatura sobre ETA

El escritor Fernando Aramburu ha pedido disculpas por las declaraciones en las que afirmaba, entre otras cosas, que los creadores de literatura en euskera han evitado referirse a ETA. Como en la disculpa no se aprecia una rectificación en el contenido de su crítica, me permito sugerirle varias obras.

Gizona bere bakardadean y Soinujolearen semea, de Bernando Atxaga. Ehun metro y Hamaika Pauso, de Ramon Saizarbitoria. Zorion perfektua, de Anjel Lertxundi. Lagun izoztua, de Joseba Sarrionandia. Bizia lo y Antzararen bidea, de Jokin Muñoz. Ur uherrak, de Aingeru Epalza. Ezinezko Maletak, de Juanjo Olasagarre. Hay muchísimos más. Más de cuarenta, según se recoge en el libro publicado por UEU tras unas jornadas sobre literatura y conflicto.

El filosofo y escritor Markos Zapiain ha publicado hace pocos meses un ensayo sobre esta cuestión, titulado ETAkideen ametsak. Una de las conclusiones del siempre heterodoxo Zapiain es que la mayor aportación de ETA ha sido, precisamente, la literatura sobre ETA. Exageraciones aparte, me pregunto si los autores en castellano han sido más valientes al abordar el conflicto vasco con todos sus matices. Y me pregunto también cuántos se han referido en sus obras, por ejemplo, a temas tan propicios para la creación literaria como las aventuras y desventuras de Amedo y Dominguez, o la tortura.

Hay mucho de qué escribir. Pero no solo en euskera.

sábado, 3 de diciembre de 2011

99%

Dicen los expertos que estamos ya en la cuenta atrás, en los últimos diez días en los que se decidirá si el euro, y las finanzas mundiales, se salvan o se hunden. No es fácil entender lo que sucede realmente: primas de riesgo, calificación crediticia, sistemas de garantía supranacionales… Lo que sí está claro es que esto huele a chamusquina.

En nuestra época universitaria, a veces también hablábamos de economía. A finales de los ochenta, cuando la Europa socialista había iniciado ya su cuenta atrás y se hablaba ya del fin de la guerra fría y de la victoria de la economía de mercado, uno de nuestros contertulios insistía que el capitalismo, lejos de haber vencido, había fracasado. Argumentaba que era un fracaso total por las desigualdades abismales que había provocado. Hablaba, en suma, de la injusta distribución de los recursos. Las protestas inspiradas en Occupy Wall Street, aquí en los Estados Unidos, han hablado exactamente de lo mismo. Las concentraciones prácticamente han acabado, algunas con la inestimable colaboración de la Policía, pero el mensaje ha calado: el 1% se está enriqueciendo a costa del 99%.

Estamos en una cuenta atrás en la que no estamos seguros quien se juega qué, pero uno puede intuir que la solución que conviene al uno por cien no es la misma que nos conviene al 99 por cien. Quizás deberíamos seguir la norma más básica en informática que recomienda, ante un ordenador que no funciona, apagar y volver a iniciar.