jueves, 13 de enero de 2011

Lo que está en juego

Sabemos que ETA nunca va a decir lo suficiente, mientras no anuncie que abandona las armas. Pero también sabemos que una organización que cuenta con cientos de presos, deportados y militantes en la clandestinidad no va a anunciar su disolución sin haber antes tratado de encauzar una salida a esas cuestiones. Por tanto, podemos prever que durante un tiempo se va a repetir la historia: diga lo que diga ETA, nunca va a ser suficiente.

Es probable que el Gobierno español haya concluido ya que la decisión de ETA es irreversible. E, indudablemente, sabe que la izquierda abertzale ha respondido con claridad a aquella pregunta tantas veces repetida por Rubalcaba: o bombas, o votos. El superministro ya tiene respuesta y por eso no vuelve a hacerse la misma pregunta. Es lógico que el Gobierno no confiese, por ahora, que ha llegado ya a esa conclusión. Es el momento de apretar, es el momento de obstaculizar lo que más teme.

Porque puede que lo que esté en juego ahora no sea tanto si ETA va a volver a atentar, ya que esta incógnita puede estar ya despejada, sino cual va a ser la correlación de fuerzas en el nuevo escenario post-ETA. Lo temible para el Gobierno español y su entorno no es que ETA recurra de nuevo a la violencia. Lo que por todos los medios van a tratar de impedir es que de este proceso pacífico surja un movimiento independentista renovado y fuerte, capaz de confrontar políticamente con el Estado.

Ya están en ello.

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