viernes, 12 de noviembre de 2010

El testigo

La ley obliga a Egiguren a comparecer hoy como testigo en el juicio contra Otegi, Permach y Alvarez. Y le obliga, también, a decir toda la verdad y nada más que la verdad. Un acusado tiene derecho a no declarar, a no responder a alguna de las partes e incluso a mentir. Pero un testigo está obligado a contestar a todas las preguntas de todas las partes y a declarar sin faltar a la verdad. El juez se lo recordará hoy antes de que inicie su testimonio y le advertirá que mentir ante el tribunal puede acarrearle una grave sanción, incluso pena de prisión.

Decir toda la verdad es imposible. Pero es posible no decir más que la verdad. Es posible, incluso cuando uno no está obligado a hacerlo por ley, como lo ha demostrado este político tan atípico como valiente esta misma semana, cuando se ha olvidado de lo políticamente correcto ante las cámaras de televisión, hablando de la sinceridad y la credibilidad de la apuesta de la izquierda abertzale. 

Hoy Egiguren vuelve a estar en una situación incomoda. No podrá decir toda la verdad, pero, si como esperamos, dice parte de la verdad, no aportará más que razones para la absolución de los tres políticos encausados. Y, con ello, volverá a ponerse en el punto de mira de quienes le tienen en la primera posición del ranking de los vascos más insultados. Decir la verdad, en política, se paga muy caro. Egiguren lo sabe, pero parece estar dispuesto a pagar el precio.

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