jueves, 10 de febrero de 2011

Vuelve la democracia

Tengo, como muchos, la sana costumbre de leer la columna que el gran Anjel Lertxundi publica diariamente en Berria. Es un verdadero placer y, además, se aprende mucho. Ayer nos recordaba algunas de las múltiples acepciones de la palabra sortu. Por ejemplo, en según qué contexto, puede significar armar: “sekulako iskanbila sortu zuen”, sería algo así como “armó un gran escándalo”. Es cierto, pero es broma. Es solo una anécdota.

En otra de sus columnas de esta semana hemos leído que la palabra disidente viene del latín dissidere, y que, en su origen, significa sentarse aparte. Advierte, en su reflexión, que la admisión de la disidencia parece ser un plato demasiado pesado para esta democracia tan inapetente.

Se puede decir con la elegancia de los buenos escritores, o con la sencillez de quienes solo somos periodistas. Pero es que es bastante simple: ETA declaró una tregua unilateral, sin ninguna negociación ni acuerdo previo, y ahora, quienes estaban ilegalizados por ser cómplices políticos de la violencia de ETA, han rechazado claramente el uso de tal violencia; además, han certificado mediante los estatutos del nuevo partido que la rechazarán en el futuro, en caso de producirse. Blanco y en botella.

El fin de la violencia de ETA es ya irreversible. El círculo se puede cerrar solo de una manera. No hay otra receta. Esto no tiene otro remedio: tras ocho años de ausencia, debe volver la democracia sin trampas, la que acepta la disidencia. Y volverá.

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